2008/10/30

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Diego arriesga el mito Maradona

Detrás del escaso respaldo que Diego Armando Maradona ha recibido de parte de los hinchas, en los innumerables sondeos acerca del nuevo DT del seleccionado hechos en los últimos días, es posible detectar dos motivaciones, de acuerdo con la percepción que se tenga del enorme personaje en cuestión.

Desde la negativa, el rechazo se argumenta con la desconfianza en un Diego de carácter volátil, de salud inestable, de temperamento conflictivo y, también, cómo no, de inexperiencia para semejante responsabilidad.

Desde la percepción positiva, en cambio, el rechazo puede explicarse en la consideración de un Diego que, de algún modo, está por encima de la Circunstancia Selección . Se fundamenta, esencialmente, sobre el temor de ver al Mito Maradona sentado en un banco que mucho tiene de silla eléctrica, para exponer su dimensión idílica -y también sus humanos defectos- a los errores y avatares comunes de una tarea terrenal.

Para unos y para otros, entonces, la decisión que acaba de tomarse entraña un riesgo del tamaño del protagonista de esta historia.

Enrolado entre los últimos, a uno se le ocurre pensar que, como coincidieron Verón y Riquelme cuando opinaron sobre el tema, Maradona "debe estar siempre en la selección" . El punto es, ¿en qué lugar?

La idea de una función como la que Diego tuvo, de manera casi casual e informal, en los Juegos Olímpicos de Pekín, aparecía como la más oportuna y justa. La idea de una función como la que a Diego acaban de ofrecerle, ya de manera pensada y formal, con la cabeza puesta en Sudáfrica 2010, aparece como la más arriesgada y audaz.

Puestos a encontrarle una lógica y una justificación a la decisión, hay que calzarse de manera inevitable el traje de abogado del diablo. Tal vez por rutina, cuando en los últimos tiempos nos habituamos a enumerar los eslabones de esa cadena de frustraciones que ha sido la participación argentina en los últimos mundiales, siempre omitíamos uno: desde México 86 hasta Alemania 2006 se ha pasado por hombres y estilos, contrapuestos, pero nunca se ha vuelto a aquel punto de gloria original. Quizá reencontrarse con aquella mística ganadora sea lo que se está buscando ahora, al rodear a Maradona con el propio Carlos Bilardo y media "Generación del 86".

Cuando llegue el momento de afrontar el próximo Mundial, si no hay más tropiezos en el camino hacia Sudáfrica 2010, habrán pasado 24 años de aquella gesta. Exactamente el mismo tiempo que le llevó a Brasil elaborar el duelo post-Pelé, entre México 70 y Estados Unidos 94. Entonces volvió a levantar la ansiada Copa, con Mario Zagalo sentado en el banco, al lado de Parreira, y Pelé en la tribuna.

Diego, ya sin el 10 en la espalda, redobla la apuesta. Quizás esté arriesgando demasiado, como siempre en su vida. Hasta su condición de mito.

Daniel Arcucci
En www.lanacion.com.ar

(La Nación de Buenos Aires)

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