2012/11/17

LAS MEJORES HISTORIAS ME LAS CONTARON MIS AMIGOS

Hernán Casciari, aparte de narrador, un apasionado del fútbol.


Por Orlando Mazeyra Guillén

Hernán Casciari (Buenos Aires, 1971) tiene sus propios paquetes con tabaco y él arma sus cigarrillos artesanalmente. “Sin filtro son muchísimo más dañinos”, le comento. “”, lo reconoce con un halo de fruición. “En Argentina me preguntan si es una costumbre catalana y en Barcelona me preguntan si es una costumbre argentina”. Aparte de fumar, bebe, de rato en rato, una Sprite helada mientras cae la noche limeña en las afueras del hotel Mariel de Miraflores. Quizá ganar premios desde muy joven haya inflado el ego del anfitrión de Orsai. “Lo que empezó en blog puede convertirse en cualquier cosa”, anuncia la página de una exitosa revista que sale de imprenta y también se distribuye por la web en formato PDF, no obstante, ni siquiera se considera un narrador. Casciari ha obtenido el primer premio de novela en la Bienal de Arte de Buenos Aires (1991) y el famoso premio internacional de cuento Juan Rulfo, que organiza Radio Francia Internacional (1998).
Hace poco un escritor español me dijo que el ego es un ingrediente importante en la creación” —le comento mientras él prepara un nuevo pucho—, me dijo: “¿si no por qué crees que los argentinos son tan buenos escritores?”.
Él celebra el comentario con una risa intensa y contagiosa: “yo creo que el ego tiene mala prensa pero no es algo tan malo, sobre todo cuando te dedicas a comunicar. Para comunicar hay que tener la convicción de que tienes algo que decir y eso ya forma parte de un ego. Hay que ser autosuficiente: no ser tímido, por ejemplo, y no lo digo solo en la oralidad, sino también en la prosa. No hay que trabajar con timidez y me parece que esas son ventajas que te dan una determinada seguridad. Y creo que el argentino tiene las grandes desventajas del ego (no las ventajas del ego): no tiene nada para decir pero lo dice bien fuerte. Y eso puede resultar incluso caricaturesco.  Yo vivo hace muchos años en España y reconozco muy rápidamente a un argentino conversando justamente porque el ego viene por delante”.
 —También la mordacidad del argentino en las bromas… el cine: Ricardo Darín, por citarte un ejemplo insoslayable…
Sí, las historias, tanto del cine, la literatura, como de la vida cotidiana, están emparentadas con el cinismo. Y el sarcasmo viene, me da la impresión, porque si no nos reímos de nosotros mismos entonces no nos queda nada.
 TIMIDEZ NARRATIVA Y EL PORNO
 —Hernán, quiero que incidas en lo referente a la “timidez narrativa”.
Me refiero a cuando uno es poco desenfadado y nos apoyamos en la solemnidad. Muchas veces, la falta de seguridad genera que te apoyes en pilares que tienen que ver con la solemnidad y con la corrección. Y en el momento en que te puedes reír de ti mismo, me parece que es cuando te conviertes en un personaje maléfico de tu propia obra y empiezas a “empatizar” un poco más con el lector. Más que un escritor, yo soy un comunicador. Necesito, en general, que se me entienda primero y después, si hay suerte, lograr emocionar o divertir; y utilizo mucho el humor para eso porque me parece que es un código común. Pero no me siento un escritor que diga cosas muy inteligentes, sino que soy muy de la era digital. Mis necesidades pasan por entretener o por emocionar rápidamente. Lo mío es más de microondas que de horno a leña.
—Necesitas emocionar y conmover porque algunos te emocionaron y te conmovieron…  
No. Necesito emocionar y conmover cuando escribo en Internet porque estoy compitiendo con el porno que es la pestaña de al lado. Cuando escribes para un lector que está en un monitor, no es lo mismo que cuando lo haces para un lector que está sentado en un sofá, un domingo en la tarde. Entonces necesito ser más veloz.
—Compites con el porno…pero también en el caso, sobre todo de la juventud, la red social, Facebook, que es una suerte de adicción moderna…
Eres demasiado optimista. A mí me parece que la adicción moderna sigue siendo el sexo. El 90% de Internet es porno. Las redes sociales están y son muy útiles y sirven para conversar, pero Internet es sexo. Inclusive dentro de las redes sociales, el sexo está muy presente y hay grietas que tienen que ver con eso también. Pero independientemente de esa cuestión, cuando escribes en un medio tan volátil como Internet, la necesidad de emocionar o entretener rápidamente tiene que ver con que se queden un rato más leyéndote…
—Ser muy directo…
Sí, conciso. No puedes dar vueltas. No puedes generar párrafos larguísimos, no puedes hacer grandes descripciones. Las frases tienen que ser más cortas y comprensibles. Y después si logras tener un buen caudal de lectores, entonces puedes empezar a profundizar más. Yo empecé con textos muy cortos. Recién cuando vi que había un público cautivo, empecé escribir textos más largos, porque ya sé que me esperan, porque ya sé que me soportan.
—Entonces tu receta es empezar con historias cortas: párrafos breves y directos.
Depende de a quién le quieras hablar.
—Y de qué quieras hablar…
Mi intención al principio, cuando empecé a escribir en Internet, mi lector, mi objetivo, eran las personas que habían quedado en Argentina y que yo conocía personalmente —mi familia, mis amigos—, y yo sabía muy bien de qué manera hacerlos reír o hacerlos emocionar y, al mismo tiempo, sabía que un inmigrante se pone muy nostálgico o se pone muy pesado, entonces no quería ser inclusivo, entonces cuando llegaron otros lectores que entendieron mi respiración y mi forma de narrar, entonces me animé a hacerlo de una forma que tiene que ver más con el papel, con el texto largo. En conclusión: no es que aconseje el texto corto en Internet de ninguna manera, aconsejo enfocar bien a quién le estás hablando.
 PERIODISMO CULTURAL…
—¿Existe el periodismo cultural?
No soy muy amigo de etiquetar. Y justo vengo a un congreso de “periodismo cultural”. Me parece un error que me inviten, porque no soy un “periodista”.
—Te consideras un narrador, cronista…
Soy un comunicador. Si tengo que etiquetarme de alguna manera, tendría que decir que soy el anfitrión de una página web; es decir, converso con la gente, le cuento historias, les miento, hago algún tipo de reflexión, pero en ningún momento soy un periodista, ni siquiera estudié periodismo, así que poco podría decir de qué es o qué no es el periodismo cultural. Lo que sí sé es que me gusta mucho que me cuenten una historia bien contada, me gusta más cuando el valor agregado de la voz del narrador es una voz intensa, empática, me gusta todavía más cuando la historia que se está contando  realmente es novedosa, original y está por fuera de las agendas de la prensa tradicional. Me gusta que me entretengan, que me diviertan, que me enseñan algo. Me parece que la crónica narrativa, como dice Juan Villoro, tiene un poquito de las grandes virtudes de la narrativa y está bueno y me gusta también.
—En tu devenir creativo, ¿quiénes fueron tus padres literarios?
En general, a mí las mejores historias me las contaron mis amigos de la infancia, que son las personas con las que estoy haciendo ahora la revista. Tuvimos la suerte de poder crecer con la misma literatura y con los mismos gustos literarios y periodísticos y no tengo nombres nuevos para decir: de chiquito me gustaba Borges y Vallejo, y después en periodismo nos deslumbró mucho Caparrós y Villoro… Pero no pasa por nombres esto, pasa, otra vez, por las historias, porque podamos contar y porque podamos leer buenas historias.
—Manejar una revista como Orsai debe conllevar un trabajo arduo.
Es un trabajo divertido. Ponemos en Orsai todo lo que nos interesa del mundo. A mí me interesa mucho el fútbol, la ficción de televisión norteamericana, los escritores contemporáneos, los cambios vertiginosos en la sociedad tecnológica, la paternidad porque tengo una hija pequeña. Hacemos una revista para nosotros, no pensamos en el público.
FÚTBOL HASTA EN LA SOPA 
—A nivel mundial, ¿los argentinos son los más apasionados por el fútbol?           
Si nunca fuiste a Nápoles, yo creo que sí. Pero en realidad yo creo que los napolitanos.
—¿Por qué te fuiste a España?
Porque me enamoré de una catalana y me quedé a vivir con ella.
—¿Por qué Messi no funciona en la selección argentina como en el Barcelona?
Yo creo que la conjunción Messi-Xavi-Iniesta es única. Pero, de todas maneras, yo todas las noches rezo para que Messi pueda tener un campeonato del mundo.
—Y mejor si es en Brasil, ¿verdad?
¡Eso sí sería orgásmico! Yo lo veo no con ojos de probabilidad, sino con ojos de sueño y utopía. De todas maneras, a mí el fútbol como el deporte que más me gusta, incluso como la expresión humana que más me gusta, ya me dio lo que me tenía que dar. Los últimos cinco años disfruté del mejor fútbol de la historia del universo y pude estar en la cancha y disfrutarlo, y hasta el día que se fue Guardiola supe que vivíamos todos un espectáculo que no se va a volver a dar en la historia.
MARADONA Y MESSI
—Hay una desesperación de vivir al mejor de todos los tiempos, y hay gente que ya dice que Messi es mejor que Maradona. Ya lo dijo Bianchi, lo dijo Grondona…
Hay una necesidad, primero, de estar ahí, de haber visto al mejor de todos. Y al mismo tiempo, creo que Maradona con su impronta, con su personalidad, ha generado en muchas personas la necesidad de matarlo en vida también. Entonces hacen como grandes esfuerzos semánticos para que Maradona sepa que ya no es el mejor, para que no muera pensando que es el mejor. A mí, esas cuestiones me parece que no tienen nada que ver con el fútbol, lo que me interesa del fenómeno fútbol son los 90 minutos, lo que me interesa es la belleza del fútbol. Y tengo la suerte geográfica de haber nacido en un lugar que ha parido a los mejores y con eso me conformo. El otro día leí en España una encuesta sobre cuáles habían sido los tres mejores jugadores que habían jugado alguna vez en España. Primero salió Messi, segundo Maradona y tercero Di Stéfano.
—Messi carece de la personalidad arrolladora de Maradona, aquel que dice: yo me hago cargo.
Maradona tiene capacidad de liderazgo, sin duda. Messi no es un jugador que merezca la capitanía, por ejemplo. A mí me emociona el juego, la triangulación…
 LA TENTACIÓN DE LO IMPOSIBLE
—¿Estuvo mal darle el buzo de la selección a Maradona?
No creo. Hay que buscar siempre lo imposible. En el momento en que Maradona fue técnico de la selección, empezó a gestarse la posibilidad de que ocurriera magia en algún momento, nosotros soñábamos con eso.
—Algo épico…
Y eso es algo que tiene que ver con el ego de nuestro pueblo; nosotros no buscamos medias tintas, sino siempre lo milagroso. Muy extrañamente ocurre lo milagroso. Pero siempre estamos en esa búsqueda y no me parece que esté mal.
—Marcos Aguinis diría: “el atroz encanto de ser argentinos”…
A mí me enternece. En ningún momento me arrepiento ni envidio otra nacionalidad, por ejemplo. Lo que tenemos es muy raro y muchas veces muy feo, pero que a mí, en verdad, no me molesta particularmente.

Orlando Mazeyra G.
Miraflores, Lima, mayo de 2012.

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