2014/02/25

Chico, tienes que explayarte: un par de apuntes impertinentes*

Lima se prepara para celebrar a fines de marzo el cumpleaños 78 de Vargas Llosa con una recargada agenda cultural… en Arequipa no podremos participar ni por TV... ¿Youtube quizás?

Pero inmediatamente vino la enfermera, puede pasar usted.
Levántate la camisa, respira hondo y dime "treinta y tres".
Tú fumas bastante, dime si me equivoco
¿Pero qué te pasa, te estás volviendo loco?
Chico, tienes que cuidarte, ¿cuánto crees que durarás así?
¿Cuánto crees que tu organismo podrá resistir? 

HOMBRES G, Chico tienes que cuidarte

UNO

Julia Barreda, Directora Regional de Cultura, organizó en Mollendo un evento “cultural” casi clandestino llamado “Explayarte 2014”, donde, tengo entendido, no han participado los editores (ni mucho menos los autores) de las más importantes editoriales de Arequipa como Cascahuesos Editores y La Travesía Editora. ¿Por qué mantener al margen de tal actividad a todos los poetas y narradores locales? Estos mamarrachos se llevan a cabo con el dinero de todos. Y todos sobre todo los escritores locales nos quedamos callados.
Un silencio cómplice.
Lo mismo ocurrió en Camaná el año pasado.

DOS
Por otro lado, el día viernes 21 de febrero se le realizó un homenaje al doctor Eusebio Quiroz Paz Soldán en la Biblioteca Regional Mario Vargas Llosa. A propósito de esto, recuerdo que cuando Mario Vargas Llosa decidió, en marzo del año 2012, donar, progresivamente, su voluminosa e invalorable biblioteca personal me contacté con escritores, periodistas, historiadores e intelectuales locales y nacionales para pedirles su opinión. Entre ellos, consideré a Oswaldo Reynoso, Juan Guillermo Carpio Muñoz, Jorge Bedregal, Jorge Coaguila, Carlos Calderón Fajardo, Willard Díaz y, por último, a Quiroz Paz Soldán, quien, prefirió no identificarse, es decir, dar su opinión como un NN.
El historiador me dijo en aquella ocasión: «vivimos en una ciudad donde la cultura no le importa a nadie». Quiroz, a manera de ejemplo, me señaló con bastante desazón que la galería de arequipeños ilustres está en el suelo. «¿Dónde están los libros que Alberto Hidalgo le donó a la Biblioteca Municipal? ¿Dónde están? ¡La realidad como es! No podemos reventar cohetes cuando sabemos que no se cuenta con los medios adecuados para que esto funcione».
Quiroz Paz Soldán aclaró que nadie pone en duda la importancia de la donación del Premio Nobel, pero que, actualmente, ni siquiera hay especialistas calificados en bibliotecología. También aprovechó para poner como ejemplo clamoroso el Archivo Regional de la calle Mayta Cápac, en IV Centenario y, así, alertarnos de lo que puede pero, de ninguna manera, debe suceder.
            —¿Qué piensa hacer usted con su biblioteca personal? —le pregunté.
            —Quiero venderla.
            —¿Quizá al Gobierno Regional?
            —En Arequipa la cultura no le interesa a nadie —apostilló desalentado.
Cuando le pregunté por qué no quería que apareciera su nombre en mi artículo me dio argumentos pueriles como “no quiero tener problemas con el Gobierno Regional” o “prefiero mantenerme al margen… pero investigue, usted… averigüe”.
            —Eso es lo que intento hacer.
            —No ponga mi nombre.
            Le recordé a Manuel González Prada
            —Doctor, ¡hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!
            —González Prada no se refería a eso —me refutó.
            —Se refería a todo, doctor —le dije recordando que mis apuntes o reclamos son deleznables, pues no soy más que un escribidor borrachín, pusilánime [y otras miserias] que muchas veces ha comentado en la siempre incandescente blogósfera peruana escudado en el anonimato, ocultándome, si me permiten el vergonzoso eufemismo, para “evitarme problemas” como el doctor Quiroz.
            Entonces, se preguntará el desconfiado lector, ¿con qué autoridad lo critico? Con ninguna, por supuesto. No obstante, de una vez por todas, hay que dejar de cagarse en los pantalones y firmar lo que uno piensa.
Por eso insisto: González Prada se refería a todo. Recordemos que Artequipa organizó de manera exitosa un premio de novela corta en homenaje a Vargas Llosa (lo ganó el destacado escritor limeño Pedro Novoa). La donación de su biblioteca personal demostraba que el autor de La Casa Verde deseaba convertir a su ciudad natal en una importante plaza cultural pero, al parecer, encontró un terreno yermo, estéril a más no poder.
            Por eso la Cátedra Vargas Llosa ha decidido realizar la  premiación de la flamante Bienal de Novela Vargas Llosa, ya no en Arequipa, sino en Lima. ¡Dejamos pasar una oportunidad de oro!
            A fines de marzo, durante la semana en la que el Nobel cumplirá 78 años, visitarán Lima escritores de la talla de los españoles Javier Cercas y Rosa Montero, los colombianos Héctor Abad Faciolince y Alberto Salcedo Ramos, la argentina Leila Guerriero, entre otros. Habrá charlas, conferencias y, por último, se dará a conocer la novela ganadora. El premio, por supuesto, lo entregará Vargas Llosa el día de su cumpleaños.
            Todo esto pudo ocurrir en Arequipa, sin embargo nuestras autoridades, empezando, desde luego, por el florón de la corona, Juan Manuel Guillén Benavides, hicieron todo lo posible para que no ocurriera. Una lástima. Una lágrima. Mejor dos. Van tres… ¿Mejor una chelita, manito? Claro, destápala de una vez y no te olvides de que siempre nos quedará Explayarte… ¿Explayarte? Van cuatro, cinco, seis lágrimas, ¡mejor chelas!, ad infinitum. El Perú jodido, Arequipa jodida, ¿qué hacemos, Zavalita?
            ¿Y cómo van las cosas con los libros que ya empezó a donar Vargas Llosa? El abril habrá un evento especial y, en verdad, esperamos que esta vez el Gobierno Regional esté a la altura de las circunstancias… no vaya a ser que —por falta de garantías, como dicen los árbitros cuando interrumpen o dan por terminado un partido de fútbol— los libros de Mario Vargas Llosa terminen anclando en Lima.
            A manera de advertencia les dejo los comentarios, consejos y recomendaciones que anoté hace un par de años. Vale la pena leerlos y, sobre todo, tomarlos en cuenta. Pues, como me dijo Willard Díaz, la biblioteca de Vargas Llosa es una joya y, sin lugar a dudas, necesita de un buen joyero. Pregunta es obvia: ¿lo tenemos?

OSWALDO REYNOSO

«Donar a su ciudad natal  una biblioteca personal  que se ha ido construyendo, libro a libro, durante toda una vida demuestra dos cosas: Mario Vargas Llosa ama y respeta profundamente a Arequipa; y expresa el profundo desprendimiento y habla de las verdaderas huellas que formaron e estimularon su gran talento de novelista. Como arequipeño lo único que tengo que decirle es: ¡gracias, gracias, gracias!»


JUAN GUILLERMO CARPIO MUÑOZ: «SERÁ LA MEJOR DE AREQUIPA»

Según el historiador Juan Guillermo Carpio Muñoz es un obsequio de la «máxima importancia», y «la significación sentimental del gesto» para con su ciudad natal demuestra el cariño que guarda por Arequipa, y también hay que valorar «el desprendimiento económico» del novelista. También resalta que, en lo referente a  la literatura en habla hispana, la biblioteca de Mario Vargas Llosa en Arequipa podría pasar a convertirse no sólo en la mejor de Arequipa sino del Perú y de las mejores bibliotecas de autor de Latinoamérica.

JORGE BEDREGAL: «UNA BIBLIOTECA ES UN ARTEFACTO COMPLEJO  Y DELICADO»

«En primer lugar, las autoridades por lo general (no siempre) tienen una idea absolutamente anacrónica de la cultura, hacen un canto unilateral a lo libresco, académico y al buen gusto. Es decir, saben que el libro y por tanto la biblioteca, son importantes y claves, pero creen que basta con tenerlo. Temo que en el caso de Mario Vargas Llosa sea precisamente eso lo que se termine manifestando. Una biblioteca, y más una personal, es un artefacto complejo y delicado que es necesario administrar con todo cuidado; en el caso de Mario, es seguramente la biblioteca más completa e importante de literatura hispanoamericana y necesita conservar su unidad y el sentido que Mario le dio. Sin embargo, no creo que las autoridades actuales estén en capacidad de entender eso».

Y, en mi diálogo con el destacado sociólogo e historiador arequipeño, aprovecho para recalcar que muchos de sus libros vienen con sus anotaciones, cosas muy personales, que nos abrirán las puertas del mundo íntimo del escritor (anotaciones, dedicatorias, fobias, manías, pasiones, calificaciones a los libros, etcétera). Sería, pues, propicio utilizar la futura biblioteca como medio de interacción cultural con los estudiosos de la obra del premio Nobel de todo el mundo: «Esa creo es la verdadera intención de Mario —resalta Jorge Bedregal—, y si eso no lo ve la autoridad, demostrará su miopía en tema de cultura que ya es patológica».

JORGE COAGUILA: «DAR EL DEBIDO CUIDADO A LOS LIBROS»

El periodista y escritor Jorge Coaguila es un experto en la obra de Mario Vargas Llosa y ha publicado diversos libros con entrevistas escogidas al Premio Nobel. Él entiende que «lo que más debe preocupar es que los libros no sean bien utilizados.  Que los libros se maltraten y que no tengan el cuidado que merecen, pues muchos de estos tienen anotaciones que podrían ser útiles para cualquier investigador. Recuerdo que en la década de los noventa algunos criticaron que Vargas Llosa obtuviera la doble nacionalidad. Un general adepto a Fujimori lo tildó de traidor a la patria.  Ahora se ve quiénes fueron los desleales. Es un lindo el gesto de Mario Vargas Llosa, quien no retrata a su ciudad natal en su obra, excepto en algunas páginas en Conversación en La Catedral. Piura (escenario de su siguiente novela), la selva y Lima aparecen con mayor presencia, pero esto indica que Arequipa siempre estuvo presente en él».
Hay que acotar, y tal como lo señalamos en un artículo aparecido en el diario El Pueblo el día lunes 26 de marzo de 2012, que Vargas Llosa también dedica sus buenas páginas a Arequipa en la novela El paraíso en la otra esquina y, cómo no, en sus memorias El pez en el agua.

CARLOS CALDERÓN FAJARDO: GARANTIZAR UNA BIBLIOTECA VIVA.

«Es una noticia formidable para Arequipa. Ojalá que se organice un buen servicio para lo que se necesita de buenos bibliotecarios. Y creo que debe ser un centro de presentaciones de libros, de conferencias, de intensa actividad literaria. Se debe invertir para que la biblioteca tenga una buena sala con todos los equipos necesarios que garanticen una biblioteca viva», opina el escritor Carlos Calderón Fajardo (Juliaca, 1946), autor de una profusa obra narrativa. Él recuerda muy bien que el primer libro que leyó del Premio Nobel arequipeño fue precisamente su primera novela, La ciudad y los perros: «Fue un terremoto literario, y nos cambió para siempre a los escritores jóvenes: nos enseñó a ser modernos, a afrontar los retos de la novela moderna».

WILLARD DÍAZ: ES UNA JOYA Y NECESITA DE UN BUEN JOYERO

El narrador Willard Díaz Cobarrubias, autor del libro de cuentos Diario del retorno, no olvida que Mario Vargas Llosa indicó que la nacionalidad es una casualidad sin importancia en la vida. Sin embargo opina que es una noticia maravillosa: «La biblioteca de Vargas Llosa es una joya y necesita de un buen joyero, de gente que le dé un buen cuidado y no tenemos en Arequipa expertos en bibliotecología». También aprovechó para recordar que hay actualmente en la Ciudad Blanca bibliotecas personales muy estimables como la del ex alcalde José Villalobos Ampuero, la biblioteca del fallecido escritor Edgar Guzmán Jorquera, que ahora está en manos de su viuda, la doctora Teresa Arrieta.
            Advertidos estamos.
            ¿Jodidos también?


 *Este texto fue observado por El Búho (www.elbuho.pe) y también por Libertalia, por eso terminé publicándolo sólo en mi blog.

Actualización de las 3:10 p.m. El Búho me solicitó verificar que no se invitó a los editores, por eso al mediodía del martes 25 de febrero, José Córdova, editor de Cascahuesos Editores, me confirmó que jamás fue invitado a ningún Explayarte: “no estuve Camaná el año pasado. Tampoco me invitaron este año a Mollendo”, me dijo. Luego de constatar que la Directora Regional de Cultura no hace "invitaciones particulares" se publicó la nota en el portal de El Búho:
http://elbuho.pe/2014/02/25/chico-tienes-que-explayarte-un-par-de-apuntes-impertinentes/


2014/02/17

Mi rock perdido




Voy a intentar escribir el rock de los vicios,
voy a intentar escribir el de los sacrificios.
Voy a perseguir cada palabra con aliento hasta que al fin
se rinda alguna para mí.
Voy a tratar con la tinta y voy a tratar con la imprenta.
Voy a intentar decir la verdad aunque seguido mienta.
Voy a perseguir a la canción
perdida hasta que, por azar, se rinda alguna para mí.
Hay mucho rock de mujeres ajenas...
de mujeres que nunca existieron.
Hay rock and roll de leones y también los hay de corderos,
por eso te pido (amigo desconocido) si ves a mi rock perdido,
lo traigas por aquí (lo traigas por aquí).
Voy a contar las monedas que quedan en los bolsillos del viento,
voy a decirte la verdad sólo porque yo nunca te miento,
voy a dirigir una película por día,
hasta que al fin tú seas sólo para mí.
Hay mucho rock de mujeres ajenas...
de mujeres que nunca existieron.
Hay rock and roll de leones y también los hay de corderos,
por eso te pido (amigo desconocido) si ves a mi rock perdido,
lo traigas por aquí (lo traigas por aquí).
No me gustan las canciones porque mientan,
porque todo se resuelve en tres minutos.
Son soldados de un ejército invisible,
partes rotas de un espejo nunca roto...
Te dedico mis canciones porque sientes
que la vida no está hecha de canciones.
Está hecha de pedazos de tormenta,
está hecha de malditas sensaciones...

voy a contar las monedas que quedan en los bolsillos del viento...
voy a decirte la verdad sólo porque yo nunca te miento.
Voy a dirigir una película por día,
hasta que al fin tú seas sólo para mí.
Hay mucho rock de mujeres ajenas...

de mujeres que nunca existieron.
Hay rock and roll de leones y también los hay de corderos,
por eso te pido (amigo desconocido) si ves a mi rock perdido,
lo traigas por aquí (lo traigas por aquí).
Mi rock perdido es una canción de la banda Los Rodríguez. Letra de Andrés Calamaro.

2014/02/13

Tallarines verdes con queso




Lo conocí hace muchos años gracias a uno de sus tantos blogs (que, al parecer, germinan con la misma rapidez con que se esfuman). En uno de ellos —quizá su primer blog— él citaba un fragmento de una conversación que alguna vez tuve con el maestro Reynoso.

—¿Por qué quieres ser escritor? —me preguntó Oswaldo en el bar Don Lucho del jirón Quilca de Lima.
—Porque me da la gana —respondí con la altanería que dan los buenos tragos y la candidez juvenil.
—Entonces tienes que escribir mucho, leer el doble y vivir intensamente.
—¿Vivir intensamente? —le pregunté mirando su profusa y encanecida cabellera... La gente canosa siempre me resultó sabia.
—¡Por supuesto! —anotó—. Si no vives con intensidad, entonces sobre qué chucha vas a escribir.
*
Intercambiamos algunos escuetos correos electrónicos.
Meses después, me expresó sus temores, vía Messenger, sobre la casa —que él todavía no conocía pero quería pisar cuanto antes, urgentemente— de un profesor universitario de la que se decía que tenía una cama en la sala. El muchacho pensaba que yo lo conocía muy bien. Es decir, que ese profesor y yo éramos íntimos o algo que se le asemeje. Y no era así. Ese profesor, en realidad, era (es) amigo de mi padre, fueron casi condiscípulos en la facultad de Derecho de la UCSM, allá por los años sesenta.
—Yo era el hippie de Derecho —me confesó Juan Carlos alguna vez—. Y tu padre el anti-hippie.
*
Hace medio año me encontré con él en una cevichería, comimos unos choritos a la chalaca y tomamos una Inca Kola. Luego le pedí que presentara mi último libro. Lo aceptó con algo de temor y ansiedad. También le ofrecí un libro de regalo (aparte del mío). Tenía que escoger entre Putas asesinas de Roberto Bolaño y En octubre no hay milagros de Reynoso. Y escogió el segundo (recordemos que él, hace muchos años, citó en su primer blog el diálogo que yo tuve con Oswaldo sin saber de qué Oswaldo se trataba). Me gustó su elección. Tanto así que le sacamos unas fotocopias a El goce de la piel.
            Me dijo que no tenía plata para pagar las fotocopias. No importaba, el monto no superaba los tres soles, pues es un libro muy breve.
            —No tengo ni siquiera para mi pasaje.
            —¿En serio?
            —Sí, pero me iré a casa leyendo a Reynoso.
            Horas más tarde me agradeció por ese libro. Sus palabras fueron muy emotivas. Meses después yo le retransmití el agradecimiento a quien correspondía: Oswaldo.
            Ahora me escribe unas líneas algo confusas (como su propia vida). Habla de muchas cosas. De todo y, a la vez, de nada. Yo sólo quiero que siga escribiendo. Tiene garra. Creo en él.
            ¿Quién es? Una vez le pedí señas biográficas y me dijo algo que expresaba ese ímpetu juvenil que yo ya no poseo:
            —El día que deje de encontrar momentos de mi vida en las canciones de Andrés Calamaro, dejaré de escribir.
            —Y estarás a salvo de todos —acoté y terminé de armar su biografía hiperbreve.
            Luego ya tendría una más extensa: “Nació en Arequipa en 1992. Actualmente está matriculado en la facultad de Derecho de la UNSA. Ha desempeñado diversos trabajos: mozo, baby-sitter, vendedor de carnes, acomodador de carros, técnico de rocolas, entre otros menos presentables. Su último intento fue la venta (con servicio delivery) de películas piratas. Fracasó, pero ahora intercambia cambia DVDs con sus nuevos amigos. Sigue ansiando emprender un cineclub, sólo le falta un pequeño detalle: el proyector.  Tiene constantes líos de faldas, que nutren muchas de sus ficciones”.
            Ahora me doy la licencia de compartir (sin su autorización) un fragmento de algunos de los relatos que seguramente él ya desechó (pero no debería). La selección es muy arbitraria y el título también es mío [sólo trato de decirle que no está muerto, no estamos muertos].

Orlando Mazeyra Guillén

Washington está muerto

La soledad es una puta horrible a la que uno nunca llamó, te pide pagar por adelantado, y te obliga a tirártela. Estoy tan sucio y vulnerable que me gustaría bañarme en mi propio semen, y estar tan blanco y gelatinoso... hermoso como un helado que se derrite al mediodía; tanto como la lengua de Lucía en mi sexo, recorriéndolo como un Banana Split en proceso de fusión. Estoy harto de las veredas alfombradas con el vello público de la puta calle.

*
Rodrigo Málaga dice:
cada vez escribes peor

Facundo Jiménez dice:
¿y quién chucha dice que quiero escribir mejor?

*
 (…) Los últimos invitados, los más alcoholizados, siguen discutiendo en el salón. No sé cuántas veces ya he sido mozo en un matrimonio, no quiero volver a serlo; pero necesito el dinero. ¿Para qué? A ti qué te importa, el cuento todavía no termina. Sergio es el hermano de la dueña del  buffet, nuestro supervisor esta noche, es lo único que interesa ahora. Demoramos todo lo que podemos en cada ronda, lavamos menos platos de los que deberíamos, y nos robamos todo el alcohol posible, en botellas, en bolsas, en cada descuido de Sergio. El trabajo es simple, pero agotador. Alonso, que lleva tres años en esto, también está con nosotros esta noche.

Me gustaría ser invitado, carajo, estar sentado, comer, huevear; todo, menos bailar. Me ahueva cuando una chica insiste en hacerlo. No me voy a casar, carajo, nunca. Hay que domesticarlas.

¿Domesticar? Ja, ja, ja.
Me ahueva cuando se hacen las estrechas, cuando todas todas quieren. Por eso nunca me hago problemas, nunca estoy mucho tiempo detrás de una. Si cae, cae; sino, no Rodrigo es lo que se llama un pendejo y si joden mucho, les tiras su golpe nomás.
Ya… entiendo… Por eso estás tres años detrás de Carol.
Yo no quiero nada con esa cojuda, me gusta, pero sólo somos amigos. Además ahora estoy con una flaca mejor. Tiramos todos los días, en su sala, en su cuarto, hasta en un locutorio, una vez. Tal vez pueda estar con ella después, total, seguimos siendo amigos y vivimos cerca.
(Rodrigo en verdad está muy enamorado de Carol.)
Chucha…
(Yo estoy más enamorado de Carol que él, lo juro.)
Nos ordenan desarmar las mesas, agrupar las sillas y subirlas al camión que ya espera. Otro grupo ya nos adelantó, los más chiquillos están cargando cajas de platos. Cómo me arrepiento de haber aceptado hacer esto. Estoy pagando cincuenta soles la noche. Tienes que traer un pantalón negro y una camisa blanca. Déjame tu número, tengo un evento este sábado, pero ya llamé a todos los mozos; si hubieras llegado antes, ya te habría puesto a ti. De todas formas, te llamaré para el próximo. Cuando vienen así, por su cuenta, es que quieren el trabajo. Algunos traen sólo a sus amigos y no trabajan bien. No, no tienes qué agradecer. Sí, te llamaré con anticipación, en la tarjeta está mi número y dirección. Hasta luego. Cuídate.
Era un capo, llevaba la bandeja bailando. Hallaba cómo tomar en cada ronda de cócteles, cerveza, o whisky; encima le pagaban más. Así recuerdo a Alonso. Él nos enseñó todo. La primera noche en que mozeamos juntos, llenó dos botellas de tres litros con cerveza, las ocultó y terminamos siendo amigos en un parque, festejando que la señorita Beatriz no notó que su mochila era mucho más grande al final de la noche, que incluso le costaba cargarla. 

¿Aló?
Facundo, soy Beatriz, del Buffet
¡Ah!, Buenas noches, señorita Beatriz.
Hola Facundo. Un chico me ha llamado para cancelar su participación. ¿Estás disponible para este sábado?
¡Sí!
Entonces, el sábado a las dos, en la dirección de la tarjeta te estamos esperando. No olvides el pantalón y la camisa.
Muchas gracias por la oportunidad, será mi primera vez.
No hay de qué. Te espero.

Estoy perdido en José Luis Bustamante y Rivero. Debí pedirle más referencias a la tía. "Por la Estados Unidos…" Sí, cojuda. Dónde mierda quedará su maldita casa-almacén. Este lugar siempre fue una plaza de toros. Vengo a fumar mis náuseas, a caminar y arrepentirme de hacer ésa llamada en cada teléfono público. Pequeños parques infinitos, quisiera pasar la eternidad en sus pastos, verdes de rabia. Aquí todavía vale la pena seguir caminando; pero sólo en círculos, cuando la noche se viste de luces y me clava banderillas en la espalda.
¡Buenas tardes!
Perdón, siento mucho llegar tarde, no encontraba la dirección. Le prometo que no se volverá a repetir.
(Calla, vieja de mierda.)
Deja tu mochila y ayuda a los demás en lo que falta.
Hay dos camiones, cada caja de platos pesa unos veinte kilos, las sillas están dispuestas en grupos de diez. Ambos tenemos diecinueve años. Nunca pensé encontrarlo aquella vez, la primera noche. Llegué y ahí estaba, cargando las cajas, levantando las sillas, acomodando las tablas para las mesas. "¿Oe, qué haces acá!"con una sonrisa amable, irresistible para sus enamoradas, y por lo menos esa vez, para mí también. Hay tres puestos: mozo, barra, y maître (meitri, como dicen). Así que el meitri hace los cálculos; tantos platos, tantos mozos, tantos platos por cada mozo; y cuando termine la fiesta, cada mozo a lavar la misma cantidad de platos. El meitri está enojado con Alonso. Pobres chiquillos, los  nuevos, siempre los dejan lavar al final. La primera vez lavé al final, hijos de puta, me dejaron como ochenta platos. Con  Rodrigo intimidamos a quien sea con tal de ser los primeros en lavar, y dejar todo lo que sea pueda de lado. El meitri huevón, lava los cubiertos.

*

Facundo Jiménez dice:

Tengo miedo de verte,
necesidad de verte,
esperanza de verte,
desazones de verte.
Tengo ganas de hallarte,
preocupación de hallarte,
certidumbre de hallarte,
pobres dudas de hallarte.
Tengo urgencia de oírte,
alegría de oírte,
buena suerte de oírte,
y temores de oírte.
O sea, resumiendo,
estoy jodido
y radiante.
Quizá más lo primero
que lo segundo,
y también
viceversa

 Carol Viviana dice:
¬ ¬
MUERETE JIMÉNEZ
jajajaajajajajajajaja
no me gusta Benedetti

Facundo Jiménez dice:
Carol, te odio intestinalmente

Carol Viviana dice:
jimenez, estas loco
yo también
envídiame

Facundo Jiménez dice:
es tarde, Carol, enemiga
Carol Viviana
no te pierdas

Carol Viviana dice:
es muy tarde
chateamos mucho

Facundo Jiménez dice:
otras noches te esperan

Carol Viviana dice:
si
adios

Facundo Jiménez dice:
aDios, no
a ti
Carol
a ti
*


Tengo un blog porque no puedo pagarme un sicólogo. Mi nombre: Facundo Jimenez Pretto, tengo casi veinte años; mi mejor amigo: Rodrigo Málaga; su flaca: mi amor platónico; mi flaca: una puta, que no sabe que... soy su flaco. Lucía, cuerpo perfecto, no implicada, educada, sexy, sólo turistas y empresarios, francés natural, griego, posturas, atiendo de.... Lucía, española.  En el bolso carga cinco teléfonos celulares y, entre papeles doblados, la razón para seguir en este país. La contacté por la web. Herida de bala (lo sé porque mi viejo tiene una así) en el hombro, pechos duros por los implantes. Tiene una cuenta en Facebook, sus clientes la agregan. Estoy escribiendo un cuento que no sé cómo terminar, por ahora titula Washington está muerto. El darle la contraseña a tu pareja es la nueva expresión neurótica del amor, banalizado en las redes demenciales. En un instante de su vida ha muerto, pero sigue vivo. Muere en su ley. Me gustan los tallarines verdes con queso. Escribo para exorcizar a los orgiásticos demonios que se besan adentro mío, para desenredarles las lenguas y me hablen sin volverme loco. Pienso en la gente dejando comentarios de cumpleaños en las cuentas todavía activas de los difuntos, en el amor y la muerte en tiempos de Facebook. Me suicidé una mañana de enero del dos mil once. Washington es mi reflejo en un espejo cóncavo; y así, en medio del teclado, me posiciono de tal manera que la imagen se forme en una pantalla de papel. Escribir es enfrentarse a uno mismo y, casi siempre, perder. ¿Qué más quieren saber de mí? Escribo para olvidar.

2014/02/02

Scorsese: El lobo que todos llevamos dentro

Desaforada, mordaz y cautivante: Scorsese, en su última película, nos muestra al lobo que todos llevamos dentro.
Una escena se me hizo familiar. En realidad muchas.
Esto no es una crítica, sin duda. Es una ‘lectura’ abierta, anotaciones sueltas que uno siempre hace luego de ver una película que cumple su tarea: sacarlo de la sala del cine (el ruido de la gente tragando pop corn, contestando el celular que no apagó o comentando banalidades) y llevarlo de viaje para, así, consustanciarse con él (los) personaje(s).
Recuerdo a un amigo sugiriéndome que bebiera cervezas sin alcohol. ¿Existía tal bebida? Sí. Pero es muy difícil de conseguir, al menos en mi ciudad. Una tarde fuimos a "La Barraca", por la avenida San Juan de Dios, y en todos los puestos nos respondieron, casi siempre, con otra pregunta: 
—Oiga, joven, ¿quién bebería en Arequipa cerveza sin alcohol?
El personaje principal de El lobo de Wall Street, Jordan Belfort, lo hace (luego de su ascenso e irreversible caída) y su amigo —un estúpido reclutado de una camada de vagos, adictos e inadaptados— ironiza consultándole si ahora, también, en vez de cocaína, aspiraba polvo de hornear.
—¡Stratton Oakmant es América! —exclama DiCaprio, en un papel en donde demuestra una vez más su capacidad para reinventarse: un personaje excesivo, manipulador, lenguaraz, ambicioso. Pero, antes que nada, adicto.

Una vida al límite

Belfort es adicto al dinero, a las drogas duras, al sexo, a la vida en donde el desenfreno es un acto de fe. No hay acá una mirada honesta del mundo de la bolsa, sino, hasta cierto punto, una caricatura de los excesos de la vida americana. Y es que América (me refiero, por supuesto, a los Estados Unidos de Norteamérica) es y a la vez no es Stratton Oakmant.
Antes de entrar a la sala del cine escuché un comentario de una mujer que acababa de ver la película en el horario previo, y casi le reclamaba a su enamorado: “¿Para qué me haces ver eso? ¡Qué cantidad de escenas de sexo innecesarias!”.
Una película de excesos, sin duda. El sexo es fundamental. Empezando por el onanismo como se lo enseñó su mentor de Wall Street (una suerte de droga natural):
—Mastúrbate al menos dos veces al día.
Luego vino el cántico primitivo de batalla, los golpes acompasados en el pecho, el gesto de combate antes de agarrar el teléfono y seducir con el palabreo, fascinar con cifras y conseguir que la plata llegue sola.
Scorsese hace vivir ese mundo intenso, amoral, coprolálico, anárquico donde sólo uno puede salvarse consumiendo pastillas, bebiendo alcohol o jalando cocaína. No estamos hablando de Wall Street, insisto, sino del mundo. Un retrato de cómo el hombre se ha dejado ganar por la desmesura, por el agítese-antes-de-usar y eso que, gracias al capitalismo salvaje, creemos que vendría a ser la cura para todos nuestros males: el dinero. El culto al dólar, el único Dios al que todos le rinden (le rendimos) pleitesía.
—¡Véndeme este lapicero!
—Entonces pon tu firma en esta servilleta.
—No tengo lapicero.
—Exacto. Oferta y demanda, amigo.
—¿Lo ven? Hay que crear una necesidad. Hacer que quieran comprar acciones como si lo necesitaran.
Los negocios, la compra de acciones como punto de partida para satisfacer la codicia más afiebrada. La adicción como la llegada y punto de quiebre. Una película para adictos. Y para los otros también. 
Scorsese sigue siendo una droga perfecta para viajar —durante tres horas enloquecidamente brillantes— por el insomnio americano que hace nuestras las palabras de Jordan Belfort:
—Fuck America!
Uno sale de la sala del cine narcotizado… después de mucho tiempo. Y pensando en todo aquello que nos venden como si lo necesitáramos. Las ficciones cotidianas, las mentiras del sistema y su prodigiosa maquinaria de convencernos de que ése es el camino hacia algo parecido a la felicidad.

Scorsese, otra vez: el implacable maestro que —para horror y vergüenza de muchos— nos muestra, sin tapujos ni concesiones,  el lobo que todos llevamos dentro.



Actualización de las 4.45 p.m.

Precisamente hablando de adicciones y recordando que, hace algunos años (para ser exactos en enero del 2008), hallaron muerto en su casa al actor Heath Ledger. Hoy nos enteramos que han encontrado muerto al brillante actor estadounidense Philip Seymour Hoffman (muy recordado por personificar a Truman Capote en Capote, que le hizo ganar el Oscar). Al parecer otra sobredosis…

2014/02/01

El enemigo de la familia

En la edición Nro. 187 del semanario Hildebrandt en sus trece (31 de enero de 2014)
(...) 
Me hago del paraguas y ni siquiera lo abro. Corro, ansioso, saboreando el primer vaso: el primero siempre es el mejor, pienso.
           ¡Seis meses!, me digo, ¡seis meses, seis meses! Tomo un taxi rumbo a la plaza y descubro que apenas hacían falta dos noches más para que fueran siete.
            Las lunas del coche se empañan y la ciudad me resulta un ente borroso, indescifrable. Me retiro los lentes y los seco. ¿Qué me mueve a persistir en el error?
Igual que Andrelo me pregunto muchas veces: "¿dónde está?". Será solamente una palabra...

Creo que todos buscamos lo mismo:
no sabemos muy bien qué es ni dónde está.
Oímos hablar de la hermana más hermosa
que se busca y no se puede encontrar.
La conocen los que la perdieron,
los que la vieron de cerca, irse muy lejos,
y los que la volvieron a encontrar…
La conocen los presos:
la libertad.

Algunos faloperos,
algunos con problemas de dinero,
porque se despiertan soñándola,
algunos que nacieron en el tiempo equivocado:
la libertad.

Todos los marginales del fin del mundo,
esclavos de alguna necesidad,
los que sueñan despiertos,
los que no pueden dormir:
la libertad.

Algunos tristemente enamorados,
pagando todavía el precio del amor.
Algunos que no pueden esperar,
y no aguantan más la necesidad…

Algunos cautivos de eso,
que no saben dónde mirar,
tengo algunos hermanos y una hermana muy hermosa:
la libertad.

Igual que Norberto, me pregunto muchas veces:
“¿Dónde está?” Y no dejo de pensar:
“será solamente una palabra, la hermana hermosa:
la LIBERTAD”.